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Edad, tecnología y seguridad laboral

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Últimamente, las conclusiones de investigaciones en el campo de la salud están siendo noticia: El alargamiento de la vida como consecuencia de las mejoras en diferentes ámbitos de la salud es un hecho, y el envejecimiento poblacional como consecuencia de la reducción de las tasas de natalidad y mortalidad, es una realidad en los países desarrollados.

Las personas llegamos en mejores condiciones físicas a edades más avanzadas, por lo que numerosos países europeos han decidido eliminar las prejubilaciones y aumentar las edades de jubilación, con lo que estamos empezando a asistir a un envejecimiento de la población ocupada.

La propia UE, en su marco estratégico en materia de seguridad y salud en el trabajo 2014‐2020 (1), menciona: “La necesidad de cuidar a los trabajadores durante toda su vida laboral, desde el primer empleo es clave para que se pueda trabajar más tiempo”.

Se da por hecho que cada vez van a ser más años los que pasemos trabajando. Uno de los siete objetivos estratégicos clave de la UE en su estrategia de seguridad y salud, es la gestión del envejecimiento de la mano de obra, los nuevos riesgos emergentes y la prevención de enfermedades profesionales y enfermedades relacionadas con el trabajo. La evolución de las tecnologías, los nuevos productos y la comercialización de nuevas sustancias químicas hacen necesario recopilar y evaluar datos científicos fiables para determinar la mejor manera de abordar los nuevos riesgos emergentes)

Revisando el informe de la CEOE sobre el estado de salud y factores de riesgo laboral en los trabajadores de mayor edad, se constata que “la esperanza de vida con buena salud de los ciudadanos en los últimos años se ha situado en 9 años, es decir, en los 74 años” aunque seguramente los avances médicos mejorarán esta cifra en breve. Asimismo, muestran cómo la estructura organizativa de las empresas contará cada vez más con un mayor número de trabajadores de edad avanzada (si tenemos en cuenta datos tanto de la evolución de los afiliados a la Seguridad Social mayores de 55 años como de la evolución de la población ocupada mayor de 55 años).

Es fácilmente entendible que un trabajador de 25 años, ni percibe ni soporta igual los riesgos laborales que uno de 55; su situación física, mental y social no es igual. Obviamente el deterioro físico es el más visible y, frente a la situación mental y social, que pueden haber mejorado, la física seguramente habrá empeorado: los reflejos, la velocidad, el cansancio, el aguante físico, la fuerza, son aspectos puramente físicos que van empeorando.

Por otra parte, la evolución tecnológica puede suponer una mejora importante en la calidad de vida laboral de un trabajador joven, y sin embargo, a uno de edad avanzada puede suponerle un gran problema simplemente por la dificultad de aprendizaje de la nueva tecnología o de adaptación a la misma. Se me antoja muy complicado llevar 30 años o más realizando las cosas de una manera y de la noche a la mañana tener que hacerlas utilizando un software determinado, una herramienta electrónica o un ordenador para hacer una reunión on line.

Asistimos, hoy en día, a un cambio de tendencia respecto a la preocupación por los riesgos de seguridad y salud en el trabajo motivado por la evolución o cambio de la situación sociológica (ocupacional), demográfica y tecnológica a nivel europeo.

Tomando como referencia el estudio de la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo 2013, se entiende por riesgo emergente cualquier riesgo nuevo que va en aumento. Nuevo, es el riesgo que no existía antes y está causado por nuevos procesos, tecnologías, lugares de trabajo, cambios sociales u organizativos; o bien era un factor conocido, pero ahora se considera riesgo debido a nuevos descubrimientos científicos o percepciones sociales.

Los procesos nuevos o las nuevas tecnologías suponen por definición un riesgo nuevo. Si son personas quienes tienen que trabajar con esas tecnologías, habrá que evaluar el riesgo teniendo en cuenta también la capacidad de estas personas de adaptarse a esos nuevos riesgos, capacidad que suele ser diferente en trabajadores jóvenes y de edad avanzada. No me entiendan mal, no quiero decir que un trabajador de edad avanzada no tenga la capacidad de adaptarse a una nueva tecnología, en ocasiones es más bien al revés, ya que la experiencia y los años le han enseñado a ser más flexible y relativizar muchos aspectos. Sin embargo, hay otros factores como los reflejos, la velocidad, incluso la comprensión de ciertos vocabularios (internet, redes sociales, etc.) más difíciles de comprender para alguien que no ha nacido con ello.

La Agencia Europea de Seguridad y Salud en el trabajo identifica 10 factores psicosociales como riesgos emergentes en los próximos años, de entre los que me gustaría destacar el envejecimiento de la población activa, la intensificación del trabajo y las jornadas de trabajo prolongadas, aspectos que como puede intuirse pueden ser inversamente proporcionales a la salud y seguridad en el trabajo.

La tecnología o la innovación tecnológica, es uno de los elementos más importantes en cuanto impacto social, económico, industrial y ambiental (y en crecimiento) de nuestra era, impacto positivo y también negativo. La evolución e innovación tecnológica es tan rápida y tan revolucionaria en ocasiones que desconocemos los riesgos a los que ésta nos va a someter dentro de 50 o 100 años. Pero sí podemos hacer ciertas predicciones de por dónde “irán los tiros” en el futuro más cercano: bioenergía y aplicaciones de la biotecnología, transporte verde, nuevos procesos de fabricación (impresión 3D etc.)

Pues bien, si a los trabajadores jóvenes y de mediana edad nos está suponiendo y nos supondrá un esfuerzo importante adaptarnos a nuevas tecnologías, ¿qué será de los trabajadores de edad avanzada?. Los más jóvenes están más formados y concienciados sobre la necesidad de identificar y poner medidas a los riesgos de nuestro trabajo (de las máquinas, productos químicos, virus informáticos, etc.), pero a los trabajadores de edad avanzada no se les ha enseñado la importancia de conocer los riesgos y, aunque la tecnología mejore, facilite el trabajo y reduzca el riesgo, su desconocimiento puede conllevar el efecto contrario.

Las innovaciones tecnológicas al igual que otras muchas existentes, son indispensables para la seguridad, confort y rendimiento del trabajador en muchas facetas del ámbito laboral, sin embargo, ¿cómo impactan en el trabajador de edad?, ¿cómo se adapta el trabajador de cierta edad a las innovaciones planteadas?, ¿se tiene en cuenta al trabajador a la hora de incorporar dichas tecnologías en su puesto de trabajo?

Por tanto, son estas comunidades especialmente, (lo que no significa que no tengan que hacerlo todas), las que más han de tener en cuenta cómo afecta la innovación tecnológica y las nuevas tecnologías a los trabajadores de edad avanzada. Si son o no capaces de asumirlas y los riesgos que puede acarrear implantarlas. Si queda definido que el riesgo de no implantarla es mayor (riesgo como concepto amplio del término, no sólo de seguridad en este caso) que el de implantarlas, habría que plantearse la movilidad de los trabajadores a otros puestos donde no tengan que asumir esos riesgos. ¿Hasta qué punto habrá que considerar la edad avanzada dentro de trabajadores especialmente sensibles?. Pero ¡ojo!, todo esto, después de informar, formar y contar con la participación del trabajador en el proceso.

Teniendo en cuenta estas afirmaciones y preguntas que nos hacemos, no está de más afirmar como hipótesis de estudio que:

  • Si el porcentaje de población activa tiene cada vez más edad y la evolución tecnológica es cada vez más rápida, la siniestralidad laboral en los mayores (5) aumentará en aquellos sectores de gran innovación tecnológica.
  • Cuando las empresas de desarrollo tecnológico innovan, no piensan en la adaptación de dichas innovaciones a los trabajadores de edad

Lo que queda bastante claro, y tal y como menciona la Agencia Europea de seguridad y salud en el trabajo, en relación con las prioridades de estudio en este ámbito para los trabajadores de más edad, para los próximo años, es necesario realizar estudios de intervención de alto nivel, incluyendo las intervenciones en la organización, formación y puesto, y evaluar su eficacia para los trabajadores de más edad y el costo‐efectividad de tales intervenciones.

Fuente: Autora: Eider Fortea, colaboradora de Unifikas (www.unifikas.com)


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